Son mis últimos días en la escuela. Paciente espero a que se consuman los días, pretendo pensar que no pasa nada. Sonrío como siempre y muestro que todo está bajo control. Si cuento los días me doy cuenta que son menos de diez los que faltan para saberme fuera de este refugio.
Prefiero pensar que falta mucho y disfrutar de mi corta estancia. Pareciera que no me importa lo que piensan de mí que: “soy desobligado, no tengo interés, nada me importa, todo es un juego para mí”…suspiro y sonrío pues esa ha sido la manera de no dar tantas explicaciones. Pensarán que soy un cínico ¿Qué importa? ¡Ya me voy! Se han librado de mí.
¿Mi juego? Mi vida, así me he visto desde hace tiempo, pero yo no lo inicié ni tampoco puse las reglas. He tratado de descifrarlo pero no le hallo pies ni cabeza. Ahora resulta que voy perdiendo porque no he movido las piezas adecuadas. Mamá y papá tuvieron un hijo ¿Dónde están? Salieron del tablero sin preguntarme ¿esa era la regla? Ella aparece una vez a la semana y Él cuando se acuerda del juego que inició.
Tengo edad para resolver mi vida, es lo que escucho una y otra vez ¿a caso no es lo que hago desde hace tanto? Me he matriculado y llegado hasta este nivel, aquí he encontrado como pasarla mejor. Me siento acompañado, tengo con quien platicar, a quien hacer reír. Sus risas me provocan sonrisas reales no las ficticias que me salen muy bien… pero ya me voy y debo hacer mi equipaje.
Pretendo prolongar el tiempo, suspenderlo si fuese posible, pero no es así. Por eso selecciono momentos felices y me los guardo para llevarlos
conmigo en el paliacate invisible que tendido de un palo me acompaña desde la infancia.
Y ahí voy de nuevo en este caminar en el que sin quererlo me he visto y sentido solo, confundiéndome entre la multitud, uniendo mi voz a sus gritos, revistiendo mi andar solitario para hacerlo atractivo y seguir andando, recogiendo esperanza, construyendo sueños. Ya casi me voy, ¿Se acordarán de mí? ..."yo me los llevo"