domingo, 1 de abril de 2012

La última cuartilla




La última cuartilla

Y la página en blanco comienza a pintarse de negro renglón a renglón. Las ideas se remueven en la mente del escritor quien por mucho tiempo no había volcado en el papel  ningún pensamiento, sentimiento ó experiencia real ni ficticia.

La cuartilla se torna esta ocasión una posibilidad y no un papel  maltrecho y aprisionado en las manos hechas puño del escritor, que  una y otra vez   con desesperación y frustración ha  lanzado   al cesto para hacer compañía al medio centenar de intentos por pronunciar palabra.

El cenicero repleto de colillas y ceniza de cigarro, después de otra larga noche, por fin  tiene descanso; el licor se ha terminado, da un sorbo al café helado  que en  algún momento  sirvió casi hirviendo y la desagradable sensación que produce  lo no esperado al paladar se reconforta cuando decidido hace a un lado la tasa  añeja de esperanza  que por mucho había  esperado la expresión de  labios convincentes y satisfechos.    

Frenéticamente las palabras son lanzadas y depositadas con ímpetu sobre  aquel papel que tecla a tecla tatúan su iracunda y atormentada alma. Sus  dedos  se hunden y delinean    letra a letra  palabras nunca antes  pronunciadas en un artículo para publicar.  Sonríe complacido cuando grotescamente encuentra  la única forma de decir lo que ha sentido en los últimos tiempos después de la fama que le produjo aquella historia convertida primero  de boca en boca en un éxito y más tarde  en Bet seller por  las artimañas de la  mercadotecnia de la industria editorial .

Contradictoriamente aquella historia tan familiar para muchos se convirtió poco a poco   tan ajena y extraña para él.  Las múltiples  reseñas en revistas especializadas,  los diversos comentarios  el sin fin de entrevistas no le han producido mas que dolores de cabeza e injustas regalías.

Su vida, se convirtió en bullicio constante  y su tranquilidad se vio asechada por  la propia  conciencia que estridente le gritaba día con día las  convicciones  aparentemente olvidadas.

Decidido redacta el último párrafo, su  tiro de gracia para quienes considera aniquilaron su mente  creativa y le convirtieron en escritor por encargo. Su euforia se refleja en una sonrisa de venganza casi saciada. Pone el punto final a la cuartilla que  catártica le libera el alma.  Convencido más que nunca, firma de puño y letra para luego caer desplomado al suelo, junto al cesto  con  centenares de frases  inconclusas y de historias que no serán jamás contadas.