La literatura infantil es un género fascinante y mágico, capaz de devolvernos a los lectores adultos la frescura, ingenuidad, curiosidad y sonrisa espontánea de un niño.
Y qué decir de los niños cuando sus rostros reflejan las diferentes emociones que viven mientras interactúan con mundos diversos.
Julio Alejandro de apenas año y medio sabe donde están los libros que comparte conmigo, se trata de una colección que hace mucho me obsequió una señora y que pertenecieron a sus hijos hace bastante tiempo… con ellos pasé buenos ratos junto a Diana, mi hija mayor (la mamá de Julio y Camila, mis nietos) antes de que realmente leyera – textos- . Nadia también anduvo con ellos para arriba y para abajo, leyendo con su particular estilo sin conocer una sola letra, pero contando a su modo grandes historias. Pareciera que la historia se repite con Camila y ahora Julio.
Los niños saben de qué se trata realmente eso de leer y buscan de manera natural darle sentido, sencillamente “comparten”
Julio con su rostro iluminado con ojos de sorpresa y una gran sonrisa, me señala con el dedo e imitando un ladrido, al perrito, que junto a un niño juega, emula el sonido de un carro y busca una reacción en mí.
Camila por su lado, vive en un mundo de princesas, todo es castillos, príncipes, vestidos y por supuesto de color de rosa y fantasía. Cuenta sus propias historias tan sólo con ver las imágenes y al hacerlo sus ojos brillan y se percibe como imagina y visualiza escenarios distintos. Ha decidido que ella es bella y yo Jazmín.
¡De lo que son capaces los niños antes comprender la letra! Saben que los libros dicen mucho y tratan de comunicarlo, leen primero al mundo, como bien lo diría Freire.
Recuerdo que cuando Diana era muy pequeña le llamaba mucho la atención aquel famoso libro pequeño y rojo: “ Las cinco tesis filosóficas de Mao Tse Tung” (seguro por su tamaño y color) y supuestamente lo leía recorriendo sus ojos por las letras y diciendo orgullosamente: “abata, abata….abata, abata…” ó “Na na ná, na na ná , na na ná” ó Nadia con algún otro libro: “itsocaya, cala cala” que nunca supe que quería decir, pero que se han transformado en momentos fabulosos y dignos de ser recordados.
Bellos momentos es lo que produce leer como niño ó como adulto, literatura infantil.
¡Atrévete una vez más!
Malena, he disfrutado como una niña de la literatura infantil sólo con imaginarme a tus hija y nietos, ¡Que Gozada!, ¡habría que verte a tí también por un agujerito, ocmo orgullosa abuela leyendo los libros con Camila y Julio Alejandro...Me ha hecho gracia lo de que le llamaba la atención el libro de Mao Tse Tung...
ResponderBorrarBesos para los nietos y la orgullosa abuela...
Mariaje, muy divertida con mis nietos. Ahora que estamos de vacaciones Nadia está pasando unas horas en la biblioteca... la idea es estimularles el gusto por la lectura, que muchas veces en la escuela les quitamos.
ResponderBorrarUn abrazo enorme.
Hermososisima tu entrada de hoy, y me llevaste directito a mi propia infancia, cuando no habìa tv y tenìamos que acostarnos a mas tardar a las 9....mi padre, por lo menos dos o tres veces por semana se sentaba en mi cama a leerme...era grandioso!, a partir de los 5 años ya yo misma los leìa ¡que orgullo sentìa el con eso!, en fin amiga, me has emocionado con tu relato tan ìntimo...
ResponderBorrarmuchos abrazos
Eso de buscar explicación al mundo es algo tan natural, se trata de esa lectura que hacemos del mundo antes de leer la letra. Lamentablemente luego la esc. y los adultos les quitamos talvez sin querer ese gust por la lectura a los niños... el reto es justo devolver la frescura a cada niño a cada jóven y a cada adulto para hacer lectores de la vida.
ResponderBorrarMe agrada que te haya gustado, cada quien tiene su propia historia respecto a la lectura.
Un letradísimo abrazo.