domingo, 17 de julio de 2011

Literatura infantil



La literatura infantil es un género fascinante y mágico, capaz de devolvernos a los lectores adultos la frescura, ingenuidad, curiosidad y sonrisa espontánea de un niño.

Y qué decir de los niños cuando sus rostros reflejan las diferentes emociones que viven mientras interactúan con mundos diversos.

Julio Alejandro de apenas año y medio sabe donde están los libros que comparte conmigo, se trata de una colección que hace mucho me obsequió una señora y que pertenecieron a sus hijos hace bastante tiempo… con ellos pasé buenos ratos junto a Diana, mi hija mayor (la mamá de Julio y Camila, mis nietos) antes de que realmente leyera – textos- . Nadia también anduvo con ellos para arriba y para abajo, leyendo con su particular estilo sin conocer una sola letra, pero contando a su modo grandes historias. Pareciera que la historia se repite con Camila y ahora Julio.

Los niños saben de qué se trata realmente eso de leer y buscan de manera natural darle sentido, sencillamente “comparten”

Julio con su rostro iluminado con ojos de sorpresa y una gran sonrisa, me señala con el dedo e imitando un ladrido, al perrito, que junto a un niño juega, emula el sonido de un carro y busca una reacción en mí.

Camila por su lado, vive en un mundo de princesas, todo es castillos, príncipes, vestidos y por supuesto de  color de rosa y fantasía. Cuenta sus propias historias tan sólo con ver las imágenes y al hacerlo sus ojos brillan y se percibe como imagina y visualiza escenarios distintos. Ha decidido que ella es bella y yo Jazmín.

¡De lo que son capaces los niños antes comprender la letra! Saben que los libros dicen mucho y tratan de comunicarlo, leen primero al mundo, como bien lo diría Freire.

Recuerdo que cuando Diana era muy pequeña le llamaba mucho la atención aquel famoso libro pequeño y rojo: “ Las cinco tesis filosóficas de Mao Tse Tung” (seguro por su tamaño y color) y supuestamente lo leía recorriendo sus ojos por las letras y diciendo orgullosamente: “abata, abata….abata, abata…” ó “Na na ná, na na ná , na na ná” ó Nadia con algún otro libro: “itsocaya, cala cala” que nunca supe que quería decir, pero que se han transformado en momentos fabulosos y dignos de ser recordados.

Bellos momentos es lo que produce leer como niño ó como adulto, literatura infantil.

¡Atrévete una vez más!

sábado, 16 de julio de 2011

Nada es coincidencia



Hay sucesos que son decisivos para que cierta lectura llegue a uno ó nosotros a ella. Recuerdo no hace mucho caminando por un “tianguis” ver un libro que llamó mi atención: “El arte de estar bien” de Jorge García Montaño y que básicamente trata sobre las enseñanzas de Tenzin Gyatso, el XIV Dalai Lama. Se trata de un libro muy interesante pues “la felicidad” es por decirlo de alguna manera el tema central.

Hace mucho que está en casa el libro de “Los grandes iniciados” y hay una sección dedicada a Buda, sin embargo no le leí como lo hice con la que correspondía a Platón y Jesús.

El ritmo agitado de trabajo así como las actividades cotidianas y sobre todo los sucesos fuertes que de repente uno vive, lo llevan a generar un alto grado de stress.

No acostumbro ir a los tianguis, prefiero quedarme en casa ó que alguien más haga las compras, sin embargo, aquel día me decidí a salir y acompañar a mi esposo a “chacharear”. Los libros siempre han llamado mi atención, así que mi interés iba justo en encontrar algo especial. Revisé varios libros y éste junto con otro llamó mi atención, así es que sin regatear, sencillamente los compré.

Este ha sido uno de los libros que hay que leerlo con calma, reflexionarlo, vivirlo… y por tanto no es un libro que se lea en un día, sino en varios, los necesarios para comprenderlo y darle el sentido que tiene directamente con nuestra vida en ese preciso momento ó en el recuento de los años y los planes a futuro. Debo aceptar que es un texto que me tranquilizó y me dio el espacio y oportunidad para estar conmigo misma; que me brindó los silencios necesarios para reconocerme y direccionar mis pasos… tanto silencio no ha sido en vano.

Y aunque no lo he terminado (pues he decidido dejarlo descansar) debo decir que me ha dejado grandes enseñanzas sobre todo ese deseo que tengo por lograr “un mundo feliz”.

Encontrarse a uno mismo, dedicarse tiempo, sanar así mimo el alma, es mejor a las contracturas musculares tan dolorosas y a las dosis de keterolaco y vitamina B 12 en el mejor de los casos. Se trata de auto disciplinarse, ubicando todas aquellas cosas que nos producen una felicidad genuina y desechando ó evitando aquello que nos genera malestar. Es realmente decidirnos por un cambio de actitud.

Antes de ese libro leí otro que llamó mi atención y me lo prestaron por unas horas ¡Auxilio!, Es el título y aborda básicamente la relación entre emoción y enfermedad. Recientemente he leído uno que tiene que ver con el síndrome de stress profesional crónico (burn-Out). Y también adquirí uno de Desarrollo Humano bastante interesante. Es importante decir, que esta ha sido la etapa en la que he leído literatura infantil, que me ha devuelto frescura, diversión y entusiasmo.

Estoy convencida, nada es coincidencia.

viernes, 15 de julio de 2011

Una experiencia en torno a los libros



Los libros se encuentran apilados por varios lugares de la casa: la mesa, el escritorio, el buró, una silla, el morral, el portafolio, el CPU… algunos están abiertos, otros con separadores improvisados, con algún subrayado ó una nota… a la espera de ser leídos. Algunos se muestran pacientes otros francamente desesperados. No los he movido, supongo están ubicados de acuerdo a un plan ó cierto orden, aunque no recuerdo cuál.

Me pregunto cómo habrá llegado uno a uno a cierto lugar, es un hecho que yo les destiné un sitio.

Los libros del improvisado escritorio (realmente es un pequeño mueble para TV y video casetera) donde trabajo con mi PC portátil, son los que recién llevé a casa; los que están en la mesa pequeña del estudio llegaron hace como una semana; los que coloqué en el librero encima de los que tienen un espacio permanente han ido y venido transportados en mi bolsa. Los que están sobre librero de mi recámara son libros en espera, es decir, tienen mucho ahí, fuera de su sitio habitual. ¡Vaya!, y qué decir de los que están en el segundo librero del estudio y los que están en el escritorio junto a la computadora.

Este panorama me recuerda “El libro Salvaje” de Juan Villoro ó “la experiencia de la lectura” de Jorge Larrosa.

Es curioso, cuando comienzo abrir algún libro, voy recordando poco a poco los momentos en que les dispuse cierto lugar, por ejemplo: el de análisis del medio rural que compré en la más reciente feria de Chapingo (hace como medio año) lo comencé a leer, y lo dejé ahí porque al mismo tiempo comencé a leer l “El viejo y el mar” y luego uno de Julio Verne que obsequié a Nadia. En ese mismo sitio hay otros que ya leí y debo entregar, sin embargo hay dos ó tres más que no he terminado y por ello no les he regresado a quien me los prestó, es increíble tienen más de un año con migo… y no es que sea morosa, pero hay mucho que leer, además de que el libro policiaco no lo estaba disfrutando tanto. El de Ética para Amador lo he leído varias veces, pero ahí está, porque lo usé en febrero al iniciar el semestre con mis alumnos y nuevamente lo releí; el de Lacan son palabras mayores, así que estará fuera mucho tiempo, iré a el y lo dejaré y me llevará a algún otro librero por el diccionario de psicoanálisis y seguirá en espera de que esté más apta. “Mujer lucha por tu ser” lo saqué de su sitio habitual cuando fui a visitar a mi hija a Zihuatanejo, se lo presté y en noviembre pasado me lo devolvió y aún no lo he devuelto a su sitio original.

En el escritorio, están varios engargolados de tutorías, cuadernos abiertos con notas, hay otro de estrategias de lectura y uno de lectura para adolescentes, así como uno de Mónica Lavín, todos ellos recién les traje a casa del trabajo. En el buró hay uno de álgebra; en la bolsa los que utilicé el semestre que recién terminó.

Hace algún tiempo compré uno de Gabriel Said muy divertido pero no lo he terminado, recién compré dos libros en el tianguis uno de abuso verbal y otro de budismo, casi los termino pero debí dejarlos por otros a los que di inicio ó continuidad, como por ejemplo: los libros que obsequié a Nadia hace algunos meses ¡los leí y disfruté todos en dos días! Son de esos que no puedes dejar.

Me he propuesto estas vacaciones darles un lugar en los libreros, sin embargo será una tarea difícil, pues muchos deben continuar ahí para irlos leyendo ó releyendo poco a poco, otros les guardaré porque tal vez aún no es su momento y otros seguirán en el mismo sirtio, cerca de mí pues debo estudiar y los requeriré constantemente. En todo este aparente caos, estoy pensando qué libro sacar de su lugar para tenerlo próximo y leerlo en mis ratos de esparcimiento.

…continuará

domingo, 10 de julio de 2011

"Este es un nuevo día"


Sin mucho que decir... pues respecto al sentido de la vida, Él dijo lo suficiente y respecto de la muerte, lo necesario... El señor vivió y lo hizo a lo grande.

 Con respecto a su intrépida partida, pudo haber sido cualquier día, sin embargo para Él fue como siempre:   ¡un nuevo día! y en adelante así será, pero uno más grande, pues se llama "ETERNIDAD"

Mi admiración.
qepd